Franziska Ullmann se centró en la ciudad de Viena para ejemplificar los cambios que suceden en grandes núcleos urbanos. La I Guerra Mundial acabó con la fisonomía de una villa construida en forma radial con murallas y sistemas de defensa. Los arquitectos encargados de reconstruir Viena, influidos por el pensamiento socialdemócrata, quisieron dotarla de casas mínimas, con grandes bloques de apartamentos y cocinas comunitarias. Algunas de estas viviendas tampoco disponían de aseo propio, y se tenía que compartir. Así, ahora es posible ver en Viena grandes moles con más de mil apartamentos. El acceso a estos pisos era relativamente sencillo, ya que estaba estipulado que su coste –siempre de alquiler– no debía superar el 7% de los ingresos de sus habitantes. Ya en los años 70 se construyó teniendo en cuenta otros vectores, como la importancia de las zonas verdes, o el de hacer un uso democrático del espacio exterior. También se empezaron a utilizar elementos industriales prefabricados, para dar respuesta a una sociedad que crecía exponencialmente y que reclamaba más vivienda.
Ullmann también analizó cuál es el modelo de ciudad que mejor se adapta a la composición actual de las familias, especialmente pensando en las mujeres y sus necesidades vitales a medida que pasa el tiempo. La experta austríaca dibujó tres posibles escenarios. En el primero de ellos, una mujer trabajadora sin hijos establece un patrón de comportamiento triangular, que la hace bascular entre tres espacios diferentes: el lugar de trabajo, su apartamento y la zona de ocio. Una pareja sin hijos amplia este triángulo al espacio donde hace las compras. El escenario crece aún más cuando aparecen los niños, y las necesidades familiares ya incluyen el desplazamiento a la escuela y a los espacios donde harán sus actividades. Facilitar el traslado entre unas zonas y otras, posibilitar el acceso al transporte público y diseñar zonas peatonales de conexión es la tarea del arquitecto. «La calle es una habitación. Una habitación común para el consenso», aseguró la arquitecta. La invitada es experta en la construcción desde una «mirada social», es decir, teniendo en cuenta variables como la composición social de las familias o el desarrollo de la demografía.
El modelo de familia está en proceso de transformación, dejando paso a una gran diversidad de formas de convivencia. Los proyectos de vivienda deben basarse en patrones reales y responder a las necesidades personales en cada momento de la vida. Ullmann habló de un edificio de apartamentos construido en Viena que se adapta a las características de sus habitantes. Por un lado, las primeras plantas del bloque se destinan a jóvenes estudiantes. Se trata de mini-lofts que satisfacen sus demandas, con no más de 40 metros cuadrados, pero totalmente equipados. El resto del edificio se destina a vivienda asistida para gente mayor, que tiene también unas necesidades especiales.
En definitiva, el objetivo principal del workshop en Patchwork Housing, realizado en el marco del máster en Laboratorio de la Vivienda del s.XXI de la UPC School, ha sido investigar cuáles son los grupos de personas que constituyen nuestra sociedad actual. Esta información nos ayudará a desarrollar tipos de vivienda útiles tanto para unas necesidades temporales como para necesidades a largo plazo.
gracias por el articulo